
El número marcado ya no está disponible
Micaela Neves
Hay un par de números en mi celular que nunca volví a marcar. Se quedaron olvidados entre los cientos de contactos que van y vienen, ese espacio de la nube que no he tenido chance de borrar. Ciertos días he pensado en darme cinco minutos para borrar los nombres que no reconozco y salir de los grupos, pero esos cinco minutos los usé para elegir qué voy a cenar, tender mi cama y poner la pava a hervir.
De nuevo regresé a pensar en esos números con su chats vacíos. Esos miles de mensajes ocupaban un espacio no equitativo en mi almacenamiento. Los ochenta y nueve elementos destacados de la conversación y yo peleábamos con la mirada para decidir quién tenía más importancia en la vida. No era común que yo ganara. Entonces los mensajes seguían quejándose, igual que un niño en la fila del supermercado.
Yo me sentía mal por ellos: durante meses se quedaron olvidados en la aplicación. De repente nos acordábamos de ellos, especialmente en esos momentos cuando podía hablar con la persona sin una pantalla de por medio.
Mi vista se perdía en los pequeños detalles de sus rostros. Era mi necedad de acordarme de la combinación de sonrisas, sus ojos cerrados y el rubor en sus mejillas. El recuerdo se quedó grabado como una cara borrosa con una estela de luz que los enmarca. Ese detalle que mi cerebro usa para decirme “hey, tú amas a esta persona”.
No era bueno para la taquicardia decir que los amo en presente. La parte más pura dentro de mí, esa a la que le gusta recordar sobre abrazos debajo del sol de canícula y videollamadas nocturnas, se entristecía cuando le daba alas al esqueleto de un pájaro.
Por eso borré todos los mensajes, hasta los destacados. Le dije adiós a los poemas, los chistes, los secretos y las declaraciones. Esas palabras que ellos dijeron no me pertenecían y yo ya no era la misma persona que respondió con unas palabras y un pedazo de su corazón.
Sus nombres de contacto seguían siendo los mismos. Era el nombre que preferían y un corazón. Ahora, tal vez, tenga la confianza de borrar un número que no le volveré a hablar.